Adolfo Morgan

uando se toma una porción de barro es inevitable querer darle forma.

Una masa amorfa que se convierte en formas bellas, estilizadas o rústicas, o en figuras evocadoras. Es un milagro que se produce entre las manos. El barro toma forma, textura, color y volumen.

Es algo realmente hermoso.

Mi trabajo no es una producción masificada, es una expresión de autenticidad que nace de la dedicación, de la paciencia y del esfuerzo.

Desde siempre he combinado las técnicas tradicionales que aprendí a lo largo del tiempo con un toque contemporáneo, logrando piezas únicas que cuentan una historia y conectan con quienes valoran lo hecho a mano.

Para mí, la cerámica es más que arte: es un reflejo de la pasión por transformar la materia en algo que inspira y que da significado a los pequeños momentos de la vida. 

Para mí, ser ceramista alfarero es más que una profesión: es una forma de vida.

 

escubrí la cerámica en Suecia, donde emigré muy joven, después de realizar estudios en la Escuela de Bellas Artes en mi país natal Chile. 

Fue en la fábrica de porcelana Gustavsberg Porslin Fabrik, en la que trabajé como cargador de hornos, donde mi interés artístico me hacia pasear por los pabellones de producción y también por las secciones de decorado en las que se empleaban técnicas centenarias, admirando los trabajos de los artistas cerámicos de renombre afincados en la fábrica con los que conversaba muy a menudo.

Al cabo de un par de años de trabajo comencé a estudiar cerámica y alfarería en varias escuelas de cerámica en Estocolmo y Helsingborg en Suecia, titulándome en la escuela de oficios artesanos de Estocolmo StockholmsHantverkföreningskolan

Posteriormente y durante un par de años trabajé en el estudio con la que fuera mi maestra y compartí trabajo y proyectos en Estocolmo.

En Sitges trabajo la cerámica en mi estudio-taller desde 2012.

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